Prisionera a cadena perpetua
de la cárcel de huesos y carne de mi cuerpo,
que el devenir de los años transforma a su antojo.
Atrapada en una identidad de nombre y apellidos,
profesión, genética, raza,
clase social, nacionalidad,
esclava de costumbres y rutinas,
de conceptos quizás ilusorios,
de memorias dolorosas y recuerdos añorados,
de temores y deseos.
Sola,
en medio de un universo del que se que formo parte
y que, sin embargo, tantas veces se me hace ajeno.
Amazona del tiempo
cabalgando las horas, los minutos, los fugaces segundos,
transitando una senda sinuosa,
navegando entre las inexorables fronteras del nacimiento y la muerte,
desde el cálido y seguro vientre materno
que me arrojó inmisericorde al primer llanto de este mundo,
hasta el frío seno de la tierra,
los umbrales del vacío, de la nada,
del misterio insondable,
del espacio pavoroso y desconocido
en que se extinguirá mi conciencia.
Olga Beltrán Filarski
Ilustración: Norman Duenas