Olas blancas de lirios,
las ondas de la sábana blanca
sobre nuestros cuerpos amándose.
Y el alba clarea el perfil del horizonte.
Pétalos retorcidos se elevan y enredan,
caen y se desvanecen en el lecho,
navío que surca el delirio.
Y me quemas toda la sangre,
y me quemas la carne entera.
Y la luna se queda sola,
cuando los luceros se apagan,
moribunda y desnuda
sin su manto sombrío,
espiando lánguida al otro lado
de nuestra ventana abierta,
envidiando, ella que muere,
el estallido implacable del que la vida mana.
Y recorro las sendas de tu piel morena,
y te absorbo y me llenas,
y me envuelves toda con tu cuerpo entero,
hasta que tu ser se desborda en el mío,
mientras la luna desfallece entre las luces del día nuevo.
Ilustración: Il Rito, de Roberto Ferri
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