Criaturas peregrinas de alas irrefrenables,
espíritus sin confines,
caminantes de senderos invisibles,
cazadores de horizontes
que confrontan los abismos
devorando el propio miedo.
Perseguidos, condenados, denostados,
carne de burlas, carne de hoguera,
pero eternamente libres,
insultantemente libres,
esclavos si acaso de su pasión,
que nadie podrá enjaular.
Buscadores de verdades que agravian a la ignorancia apoltronada,
herejes que empequeñecen a flácidos dioses de barro
y resquebrajan sin pudor los cimientos de los templos.
Destructores de rejas herrumbrosas,
fugitivos de oscuras mazmorras
de las que otros, prisioneros voluntarios,
obedientes de sus guardianes,
jamás querrán huir,
hechos a sus sombras y a su aire pestilente
como espectrales criaturas de ultratumba.
Rastreadores de utopías bordeando el precipicio,
desafiando al fracaso y al escarnio,
dispuestos a bajar a los infiernos por querer tocar el cielo.
Viajeros indomables,
exploradores de sí mismos,
constructores de mundos nuevos,
navegantes a contracorriente,
conquistadores de universos prohibidos.
Olga Beltrán Filarski
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