Hace ya muchos años, en
una excursión al campo, descubrí a una hormiga a la que nunca he olvidado. Era
una hormiga-cigarra, y mientras todas las de su hormiguero avanzaban en fila
cargando disciplinadas las provisiones que encontraban por el camino, ella se
había escabullido y había subido a la hoja de una planta, donde permanecía, libando
sus jugos al sol, a su aire, tan tranquila, y parecía feliz, absolutamente
ajena al ajetreo de las demás. Ese día me di cuenta de que hasta entre los
insectos existe el distinto, el anarquista, el hippy al que nadie le dice lo
que tiene que hacer.
Olga Beltrán Filarski
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