"...bajo la tutela invisible de un Ángel,
el Niño desheredado se embriaga de sol,
y en todo lo que bebe y en todo lo que come
encuentra la ambrosía..."
Charles Baudelaire
El príncipe Vladislav se hallaba bendecido por Dios. Eso decían sus vasallos. Joven, apuesto, recio, enormemente rico y poderoso: sus deseos eran órdenes cumplidas al instante. Poseía además el don de la inteligencia: amante de las artes, la filosofía, la alquimia, la astronomía..., se rodeaba de eruditos y su pasatiempo favorito era el ajedrez.
Hacía poco se habían celebrado sus desposorios con la hermosa princesa Ileana, heredera de otro principado tan próspero como el suyo. Ileana nada tenía que envidiarle a él en belleza, inteligencia y fortuna. Los fastuosos festejos por la boda duraron días en los dominios de ambos y no hubo súbdito que no admirase a los jóvenes príncipes.